ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR 18 de octubre del 2011
Bendito sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado a Jesús Sacramentado.
D: Señor Jesús, Tú nos dijiste: “Vengan a mí los agobiados y cansados y yo los aliviaré”. Venimos a Ti, Señor, con nuestras preocupaciones y dificultades, nuestras alegrías y tristezas, nuestros afanes y desilusiones, nuestras cobardías y pecados, nuestras ansiedades y fracasos. Queremos que en esta oración delante de tu Presencia alivies nuestros corazones, nos inflames en tu caridad, y nos fortalezcas en la fe para testimoniar tu amor ante las personas que encontramos en nuestro diario vivir. Tú que vives y reinas por lo siglos de los siglos. Amén.Sea por siempre bendito y alabado a Jesús Sacramentado.
T: Oración del P.J.K.: Señor, enséñanos a orar! Preocúpate de que recuperemos el habla, de que aprendamos nuevamente el hablar contigo de un modo espontáneo y original. Haz que aprendamos nuevamente a escuchar lo que nos sugieres en el alma, a escuchar lo que hablas en nosotros a través de los acontecimientos de nuestra vida, a escucharte a través de las grandes angustias de la época actual… Señor, enséñanos a orar!!!
D. Nos unimos espiritualmente al Santuario Original con el círculo de Adoración de Schoenstatt, dirigido por las Hermanas Adoratrices, recordando aquella Nochebuena de 1929, cuando el Padre kentenich abrió el Tabernáculo del Santuario original para dar inicio a la Adoración Perpetua.
Este horario de adoración lo ofrecemos por:
Nuestra preparación para el festejo de los 100 años de Schoenstatt (2014).
Por la familia de Schoenstatt de Ciudad del Este.
Como capital de gracias para todos los que recurren al Santuario.
Nuestras intenciones particulares.
Momento de meditación
T. Te compadeces de todos, Señor, y no odias nada de lo que has hecho, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor. Escucha Señor, y ten piedad de nosotros, Señor socórrenos.T. Eterno Padre, te agradecemos porque Tu infinito Amor nos ha salvado, aún contra nuestra voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que nos ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de nosotros. La única recompensa que podemos darte en retribución de todo lo que nos has dado es nuestra debilidad, nuestro dolor y nuestra miseria.
U: Estamos delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y queremos permanecer en tu adorable presencia, queremos reparar nuestras culpas, renovarnos en el fervor de nuestra consagración y entregarte nuestro homenaje de alabanza y adoración.
T: Jesús bendito, estamos frente a Ti y queremos arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para nosotros y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales nos seas dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino nos tiene reservadas.
U: Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, nos unimos a Ti y te suplicamos nos hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
T: Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.
A cada invocación respondemos:
Dios mío, reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y creo en Tu amor por mí.
• En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas,• En la armonía de Tus perfecciones innumerables,
• En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada,
• En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza,
• En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas,
• En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo,
• En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador,
• En el misterioso decreto que estableció la Redención,
• En el infinito abajamiento de Tu Encarnación,
• En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena,
• En los oprobios de Tu Pasión y muerte,
• En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos,
• En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario,
• En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos,
• En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en nuestros Sagrarios,
• En Tu divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores, especialmente en el Sacramento de la Penitencia,
• En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación,
• En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra,
• En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia,
• En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación,
• En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también Madre, Corredentora y Abogada nuestra,
• En la exhuberante fecundidad con que produces Santos,
• En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones,
• En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas,
• En el don purificador de tu Cruz,
• En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida,
• En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el Cielo,
U: Creo, oh Jesús, con mi más viva fe, que estás realmente presente, aquí, delante mío, bajo las especies Eucarísticas; Tú, el Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo, realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.
T: Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento, las fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento.
U: Eres el Salvador Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa, inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida divina que posees en toda su plenitud.
T: Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me es, Dios mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!
Por ello me uno a los Angeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el primer instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.
Profesión de fe eucarística
L1. Padre Dios, creemos que eres creador de todas las cosas y que te has hecho cercano en el rostro de tu Hijo, concebido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, para ser nuestra de condición y garantía de vida eterna.L2. Creemos, Padre providente, que por la fuerza de tu espíritu, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de tu Hijo, flor de harina que aligera el hambre del camino.
L3. Creemos, Señor Jesús, que tu Encarnación se prolonga en la simiente de tu cuerpo Eucaristía, para dar de comer a los hambrientos de luz y verdad, de amor y de perdón, de gracia y salvación.
L4. Creemos que en la Eucaristía te prolongas en la historia, para fortalecer la debilidad del peregrino, y el sueño del que anhela dar fruto en su trabajo. Sabemos que en Belén, la “Casa del Pan”, el Padre Eterno nos regaló en el vientre de María Virgen, el pan que ofrece a los hambrientos de infinito.
L5. Creemos, Jesús Eucaristía, que estás real y verdaderamente presente en el pan y el vino consagrados, prolongando tu presencia salvadora y ofreciendo a tus ovejas pastos abundantes y aguas claras.
L6. Creemos que los ojos se engañan al ver pan y nuestra lengua se equivoca al probar el vino, porque estás Tú todo entero, ofrecido en sacrificio y dando vida al mundo, de paraíso siempre hambriento.
L7. Creemos que aquella noche del Cenáculo, al tomar, Señor, el pan y el vino entre tus manos, estabas ofreciéndolos a todos, por los siglos infinitos.
L8. Contigo, Cordero de la Alianza, se elevan en cada altar donde te ofreces al Padre, los frutos de la tierra y del trabajo del hombre, la vida del creyente, la duda del que busca, la sonrisa de los niños, los proyectos de los jóvenes, el dolor de los que sufren y la ofrenda del que da y se da a sus hermanos.
L9. Creemos, Señor Jesús, que tu bondad ha preparado una mesa para el grande y el pequeño, y que en tu mesa hermanos nos hacemos hasta dar la vida unos por otros, como Tú lo hiciste por todos.
L10. Creemos, Jesús, que sobre el altar de tu sacrificio, recuperamos la fuerza de una débil carne, que no responde siempre a los anhelos del espíritu, pero que Tú transformarás a imagen de tu cuerpo.
L11. Creemos que en la mesa preparada para todos, siempre habrá un lugar para el que busca, un espacio para el marginado de la vida, superando los signos de la muerte, inaugurando cielos nuevos y una tierra nueva.
L12. Gracias, Jesús Eucaristía, por impulsarnos a una Nueva Evangelización por Ti fortalecida. Que tu Madre acompañe a los que aceptan vivir y anunciar tu Palabra, y que su intercesión haga fecunda tu semilla. Amén.
U: Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y porque, por Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre criatura ingrata. Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser divino; me postro hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana pero, al mismo tiempo, el amor me eleva hasta Ti.
T: Te adoro, Dios Padre, y te amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que adoro... Te adoro porque encuentro en Ti todo poder y toda santidad, justicia y sabiduría; porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda bondad, toda ternura y toda misericordia. Te amo porque me has hecho el regalo de un tesoro invalorable.
Preces Eucarísticas
R. ¡Jesús Eucaristía! ¡Tú eres mi Dios y mi todo!
• Te adoramos, te bendecimos y te damos gracias.• Atráenos hacia Ti para que sigamos tus caminos.
• Tú eres el Señor de nuestra vida, el dueño y la razón de nuestra existencia.
• Háblanos en lo profundo de nuestro ser y revélanos tu amor y tu misterio.
• Comunícanos tu luz y tu verdad; haznos experimentar que Tú eres lo más importante de nuestra vida.
• Concédenos buscar siempre lo que te agrada a Ti.
• Que todas tus creaturas te alaben y canten tu gloria.
• Entra en nuestros corazones y danos tu gracia.
U: Jesús es mi tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de El gracias a manos llenas, pues lo encuentro siempre abundante. De El tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para remediar mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este Jesús con Su Corazón desbordante de ternuras! Un tesoro que jamás se agota: mientras más saco, él más aumenta.
T: Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les diste a Tu único Hijo y, para que la Majestad de Tu Verbo no nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a El con confianza, lo revestiste de una carne semejante a la nuestra. Lo has embellecido con las gracias más atrayentes y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente perfecto; tanto que debía ser la morada de Tus delicias, porque Tu divina plenitud vive en El y la más humilde de las criaturas tiene allí su lugar de privilegio.
U: Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque te contiene, es también mi morada, pues me ama. En El me encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado asilo, Tu justa ira se aplaca y Tu justicia se desarma.
T: Te adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu Hijo, quien por Su Humanidad es mi hermano y por Su Divinidad es mi Dios. Te amo por Jesús y con Jesús. Te amo por el Corazón de Jesús, que el amor hizo mío. Te amo en Jesús. Por El Te llega mi amor, por El puedo alcanzarte y abrazarte.
U: Después de haberme postrado para adorarte en el Corazón de Jesús, quiero agradecerte. Te agradezco, mi Dios, porque Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por El, con El y en El que quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.
T: En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las gracias personales que me has concedido. Tú me diste la vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú Me has dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de Tu misma vida divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida sobrenatural!
Oración Cerca de Tí
L1: Oh Jesús!! Qué bien se está cerca de ti, Jesús Eucaristía!! Pareciera como si todas las tormentas del espíritu se disiparan y las inquietudes se volvieran humo que se lleva el viento.
L2: Cerca de Ti es comenzar a vivir el gozo del cielo abrir anchurosamente los ojos luminosos del corazón y dejar que nos invada el misterio santo, el gozo inefable de la bendita iluminación.
L3: Cerca de ti, el alma encuentra paz, y el corazón descanso y nos anhelos pronta satisfacción. Cerca ti, Jesús Eucaristía!!! Como cambian las cosas de que manera tan diferente contemplamos las creaturas y sus enigmáticos procederes. Cerca de ti, adquieren su verdadera dimensión, su valor e importancia todas las cosas.
L4: Así quiero vivir mi existencia, cerca ti, Jesús Eucaristía. Adorándote, amándote, en una contemplación sin medida, ni ocaso, como será allá en el reino de los cielos.
L5: Cerca de ti, muy cerca de ti, al calor de tu regazo, en el Santuario de tu traspasado corazón, bajo el influjo benéfico del Sacramento.
L6: Cerca de ti, alabando al Padre y amando al Espíritu e intercediendo por toda la iglesia.
¡Qué bien se está cerca de ti, Jesús Eucaristía!!! Amén
ALABANZA A JESÚS SACRAMENTADO
Bendito sea Dios,
Bendito sea su santo nombre,
Bendito sea Jesucristo Dios y hombre verdadero,
Bendito sea su sacratísimo corazón,
Bendito sea su preciosísima sangre,
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar,
Bendito sea el Espíritu Santo paráclito,
Bendita sea la excelsa madre de Dios, María Santísima,
Bendita sea su santa e inmaculada concepción,
Bendita sea su gloriosa asunción,
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre
Bendito sea san José su castísimo esposo
Bendito sea dios en sus ángeles y en sus santos.
Amén
Bendito sea su santo nombre,
Bendito sea Jesucristo Dios y hombre verdadero,
Bendito sea su sacratísimo corazón,
Bendito sea su preciosísima sangre,
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar,
Bendito sea el Espíritu Santo paráclito,
Bendita sea la excelsa madre de Dios, María Santísima,
Bendita sea su santa e inmaculada concepción,
Bendita sea su gloriosa asunción,
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre
Bendito sea san José su castísimo esposo
Bendito sea dios en sus ángeles y en sus santos.
Amén
T. Señor nuestro Jesús, te damos gracias por el misterio de la Eucaristía y te pedimos que unidos a Ti, como los sarmientos a la vid, demos frutos de santidad y de justicia para que el mundo crea en Ti, único Salvador. Que vives y reinas por los Siglos de los siglos. Amén.
• Oración del Grupo. Jaculatoria
• Oración de Consagración.
“Custodias vivas para un nuevo Paraguay”
Con Cristo tu hijo, bendíganos la Virgen María.
• Oración de Consagración.
“Custodias vivas para un nuevo Paraguay”
Con Cristo tu hijo, bendíganos la Virgen María.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Que bien se está cerca de ti mi amado Jesús. Y que bien se siente leer esto tan hermoso que me llega al alma y alimenta mi espiritu
ResponderEliminar