En sintonía... RADIO TUPASY RAPERE
¡Te adoro, te alabo,
te bendigo
Salvador mío
Hijo de Dios y de María,
Fuente de verdad y de vida!
¡Gracias por el deleite
de estar en tu compañía!
Amén

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¡GRACIAS PADRE!

Por Lucy

Extracto de la Adoración de fecha: 15/09/2010



Especialmente Padre Amado... Te ofrecemos hoy, la vida santa y las obras, para Tí Señor, de nuestro Fundador del Movimiento, el Padre José kentenich (16/11/1885-15/09/1968), que consagró su vida a nuestra Señora, Madre y Reina, Tres veces admirable Virgen de Schoentatt.




Bendito sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar
Sea por siempre bandito y alabado Jesús Sacramentado

Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado Jesús, humildemente te pido perdón. Dios mío perdona mis pecados y de todos los hombres del mundo entero, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Dios mío, gracias por el don de la vida, por tu Hijo amado Jesús en la Eucaristía. Por nuestra Madre, María Santísima, tu hija predilecta. Por San Miguel Arcángel y mi Angel Custodio. Por todos los ángeles y santos. Padre querido, gracias por todos los sacerdotes del mundo entero, especialmente por el Padre José Kentenich, que como tu Hijo Jesús, nos enseña siempre tu amor.

Padre del cielo, gracias por mis padres, hermanos, mi esposo, nuestros hijos, mis hermanos espirituales, que tanto amo en el Señor Jesús. De todo corazón gracias Padre por el mundo entero. Te amo, te adoro y te bendigo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Jesucristro, Rey de Reyes, te alabamos por tu infinita misericordia, y te agradecemos por donarte como pan para nuestra vida eterna. Alabado y ensalsado sea tu Santo Nombre por siempre. Amén.

LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN

1º. La profecía de Simeón (Lc. 2, 22-35) ¡Dulce Madre mía! Al presentar a Jesús en el templo, la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle decir: “Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma”. De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste recuerdo. Rezar Avemaría.

2º. La persecución de Herodes y la huída a Egipto (Mt. 2, 13-15) ¡Oh Virgen querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida del Niño Dios. Rezar Avemaría.

3º. Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) ¡Virgen Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo. Rezar Avemaría.

4º. María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4ª estación) Verdaderamente, calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan sucio, afeado y desgarrado, cargado con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor. Rezar Avemaría.

5º. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) María, Reina de los mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía, gracias. Rezar Avemaría.

6º. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) Jesús muerto en brazos de María. ¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo acurrucabas en tus brazos?. Por este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos. Rezar Avemaría.

7º. La sepultura de Jesús (Jn. 19, 38-42) Acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados. Y Tú nos perdonas y nos amas. Madre mía perdón, misericordia. Rezar Avemaría.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

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